000 sillas, de Tashen; y Chairs, historia de la silla, de la periodista e historiadora del arte Anatxu Zabalbeascoa, son dos estupendos libros que sirven a la vez de enciclopedia y ‘confort read’; ya saben, ese libro al que se vuelve una y otra vez –en mi caso, la mayoría de las veces durante diez o quince minutos– para desenchufar de todo y pasar un rato agradable.
Ambos inspiran esta particular selección de asientos ordenada cronológicamente en la que hay piezas del primer tercio del s. XX hasta propuestas de finales de la primera década de 2000. Quizá haya quien eche de menos clásicos como la silla Egg, la Diamond o algunos de los diseños de los Eames. Supongo que, como pasa con los personajes de los libros (aquí sillas, butacas y sofás), cada uno tiene sus preferidos.
Silla Wassily (1925), de Marcel Breuer para Knoll
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Esta silla fue un diseño muy innovador en su momento. ¿La razón? Marcel Breuer fue pionero en el uso del acero tubular para diseñar mobiliario. Sin lugar a dudas, se trata de uno de los grandes iconos del diseño moderno y, probablemente, lo que ‘engancha’ de esta silla es que uno se la puede imaginar en el despacho de casa, en el salón o como objeto decorativo en el dormitorio.
Sofá LC3 Grand Confort (1928), de Le Corbusier, Jeanneret y Perriand
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Disponible en varias versiones –el sofá tres plazas es especialmente elegante–, este diseño jamás pasará de moda gracias a un diseño a primera vista confortable al que se le suma la sencillez de la estructura de acero, que tres años después de que Breuer la usara en su silla Wassily ya empezaba a ser algo más habitual. Diseñado por Le Corbusier, Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand, la empresa italiana que lo lleva produciendo desde mediados de los 60: Cassina, ha ido introduciendo nuevas versiones en distintos acabados que actualizan el original manteniendo al tiempo su autenticidad.
Silla Barcelona (1929), de Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich
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Lilly Reich y Mies diseñaron en 1929 el Pabellón Alemán de la Expo Internacional de Barcelona. Su diseño encarnaba de alguna forma los valores democráticos de la república de Weimar, con los que solo cuatro años después los nazis arrasarían. Con el pabellón, desmontado tras la Expo y reconstruido en su emplazamiento original a mediados de los 80 por varios arquitectos, Reich y Mies diseñaron también la silla Barcelona (y su otomana), que destaca por su estética minimalista y una liviana estructura de acero inoxidable.
Wishbone Chair (1950), de Hans J. Wegner para Carl Hansen & Son
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Aunque jamás ha pasado de moda, la silla Wishbone volvió a verse por doquier a principios de 2000 con el auge del diseño nórdico en el hogar. De su forma orgánica, pero al tiempo sintética, destaca el respaldo en forma de Y, al que debe su nombre, y la finura del asiento de papel tejido. Si hubiera que comprarse hoy alguna de todas las de esta lista, quizá esta silla sorprendentemente cómoda sea la mejor opción.
Silla Tulip (1956), de Eero Saarinen para Knoll
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Ahora que vuelve al diseño del hogar esa estética sesentera y setentera, la silla Tulip, y sus formas suaves y redondeadas debían estar en esta selección. Como sucede con la mesa, su único pie central como base es todo un manifiesto: una ruptura radical con las tradicionales sillas de cuatro patas.
Silla Panton (1959), de Verner Panton para Vitra
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Este clásico del diseño moderno, que un conocido diseñador llego a decir que no podría llamarse así porque no valía para sentarse en ella, fue la primera silla en moldearse a partir de una sola pieza de plástico. Su forma escultural y la cantidad de colores en la que se puede encontrar han hecho de ella poco menos que un icono pop. La silla tardó en producirse porque era cara y difícil de hacer, pero la empresa Vitra, tras unas pruebas con una espuma de poliuretano de la empresa Bayer que dieron buenos resultados, empezó a fabricarla en serie en 1968.
Butaca Up (1969), de Gaetano Pesce para B&B Italia
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Un icono del feminismo, como en su momento explicaba Pesce sobre su diseño, la empresa B&B Italia la produce en serie desde 2000 en un montón de colores diferentes. La original, que venía al vacío en un plástico, se inflaba al abrirse gracias al gas freón (ahora prohibido). Este es, sin duda, uno de los diseños más espectaculares de esta lista y, seguramente, de las pocas piezas capaces de transformar la decoración de cualquier espacio con su mera presencia.
Sofás Camaleonda (1970) y Le Bambole (1972), de Mario Bellini para B&B Italia
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Andábamos dudando entre dos excelentes sofás de Mario Bellini para B&B Italia, así que incluimos ambos en esta selección. Los dos son orgánicos y esculturales; y ambos, pasados ya los cincuenta, son revolucionaros y están más de moda que nunca precisamente por esas características que mencionamos y que los hacen si cabe mucho más elegantes.
Silla Favela (1991), de los hermanos Campana para Edra
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En la década de los noventa y a principios de 2000, Humberto y Fernando Campana (fallecido en 2022) destacaron por varias sillas muy imaginativas y coloristas hechas con restos de materiales con las que incidían en cuestiones que hasta entonces interesaban poco en la industria, como el respeto por el medioambiente. La silla Favela (1991) quizá no sea tan impactante como la silla Vermelha (1998) o algunos de sus espectaculares sofás de principios de 2000 (también para Edra), pero sí refleja el interés por una forma de diseñar ‘eco’ de la que son pioneros.
Sofá Lowland (2000), de Patricia Urquiola para Moroso
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Diseñado por Patricia Urquiola para Moroso, el sofá Lowland es una pieza modular de formas sencillas. Podría decirse que es en realidad un paisaje capaz de interactuar con el espacio en el que está. Urquiola, entre tantísimas otras cosas, es una maestra de la deconstrucción en lo que al diseño se refiere y en este caso ha diseñado una pieza simple, pero al tiempo dinámica y versátil, cuyos elementos se combinan para dar forma a composiciones personalizables.
Silla Myto (2008), de Konstantin Grcic para Plank
Plank
Probablemente, algunos de los hitos más recientes en lo que a sillas se refiere han venido de la mano del diseñador Konstantin Grcic, como la silla Chair One para Magis o la que hemos seleccionado aquí: la silla Myto para Plank, en colaboración con la empresa alemana BASF, que se presentó en la Feria del Mueble de Milán de 2008 y de la que destacan dos cosas: que está hecha con un plástico muy ligero y su escultural forma en voladizo.